Saturday 20 July 2013

Padre

Mi viejo era un tipo que buscaba.
Más o menos claro lo tenía, en tanto fue haciendo su camino.
Conoció todas las provincias argentinas, en cada una de ella, algo hizo. Algunas de esas historia las conozco, me las contó o creo que las adiviné como al resto.

No escribió un libro, apenas unos apuntes sobre el arte de la venta, que tipeó en alguna de sus portátiles. Seguramente no la Olivetti Lettera, esa tuvo otro destino. Cuando los gorilas del 55 lo rajaron de la facultad de arquitectura, transmutó en especialista en ventas. Cosas tangibles, no seguros o publicidad. Aunque se forjó en un mundo en que la publicidad empezó a moldear su vida. Quizás no alcanzo a darse cuenta, solo estaba inmerso allí.
Plantó miles de arboles. Mejor dicho, planificó que otros los plantaran, seguramente no se lo recordará por aumentar el nivel de oxigeno en el planeta, pero el tipo devino guardián del medio ambiente en forma progresiva. Dio muchas vueltas en su búsqueda, volviendo a los mismos arboles.
Tuvo siete hijos, ese numero le dictaba algo al oído, muchas veces me lo dijo. Hay quienes le achacan que hay otros hijos, en alguna de las provincias, nacidos de la casualidad, o no. No lo puedo medir con mi vara, quien soy para hacerlo?. Aprendí temprano que no era ese mi ámbito.

Fue un militante comprometido, se plantó con fiereza cuando hubo que hacerlo. Pudo terminar fusilado en un basural, pero mi madre lo retuvo, fue la única vez: percibió el peligro. Dieciocho años después, sin pedir permiso, se sumergió con placer. Y lo hubiera seguido haciendo pero se quedó sin piolín en medio del desastre de la seguidilla de presidentes.
Durante la noche de la dictadura le tocó lidiar con los horribles para arrancar de sus garras a la primogénita. Hasta que un domingo de verano un jeep militar se la devolvió. Dijo el milico torturador: es una persona irrecuperable. No se si hay pesadilla peor.

Fue terminante con las palabras, marcó rumbos a cada uno. Algunos no pudieron desprenderse de esos hilos anudados en el tiempo y al final se enredaron con ellos. Nos dijo que no supo hacer cosa distinta: fue lo que aprendí, nos confesó con los ojos en lagrimas. Es la materia más difícil en esta carrera.

Nada lo define, cada cosa habla de él, y se completa en cada uno de nosotros, sus hijos. Al fin y al cabo ser padre, de eso se trata, es un vinculo que habla de dos sujetos. Así es que habrá tantos padres en la misma persona como hijos, y como cada demanda social que interrogue: la familia, los amigos, la medios, la religión y siguen las firmas…

Buscó y fue encontrando ese camino, pocas cosas le dieron satisfacción. Siguió buscando. La sensación de plenitud se dispersa con un nuevo estímulo para los espíritus inquietos. Al final la vida es un tránsito, sabemos poco del inicio y nada del final.

Soy portador del paquete genético, y no solamente: guardo el calor del último abrazo tanto como el de su mano tomando la mía, caminando y yo tratando de alcanzar su altura.

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