Tuesday 30 August 2011

Primer Paso

La armonía, la naturaleza, lo que encuentro en medio del bosque: una rama, los restos de hojas del otoño que pasó ahora protegen un escarabajo y su cría.
Hay una sucesión de hechos, una concatenación de argumentos que da pavor, una envidia por la perfección que eriza los pelos.

Una rata blanca, ciega y con una pata renga, corre a tropezones saliendo de la cocina de un restaurante en Tribeca y se mete en una tienda fashion de ropa. En la oscuridad veo que una pata es un muñón que denota una pelea en que, de ir perdiendo, ganó y dejó tras de sí el cadáver de su enemigo.

Sospecho que hay la misma perfección en ambas puntas de la estética, es el rastro de la pincelada de dios en la tela del universo que habito.

Lo que escapa a mi inteligencia es la lógica de todo esto, soy mas simplemente aferrado a los afectos, a los espacios comunes compartidos, la tarde enfrente a un pequeño lago, fumando una habano que lió un viejo en un negocio de la Habana, bajo la mirada de un grupo de turistas. Sólo compre ese habano que vi nacer de un montón de hojas de tabaco, sin nada mas que la saliva del viejo que le dio el toque final. Supongo que de allí el sabor.

Acabo de contestar un mail cadena que apareció en mi inbox. Una serie de frases evocando la grandeza de un dios que siempre estará para cuidarnos, donde sea que terminemos, no preocuparse, abandonarse a lo que nos aceche, su voluntad no hará nada que nos dañe. El mismo dios que, estimo, debe estar en Trípoli y Afganistán hoy, como estuvo ayer en Irak y en Vietnam, solo mencionar un par de ejemplos, para qué abundar. Estuvo, digo, para llevar a los que han confiado, como me sugiere el mail que confié en su infinita bondad.

Me maravilla ver la maquinaria del cuerpo humano, y cada día sabemos mas detalles de cómo funciona, aunque quedemos ignorantes aún más de cuanto sabemos. Como aquella metáfora del horizonte que dibujó Serrat, cuando más cerca está, más lejos queda. Y como la rata blanca, aparece un cáncer. La misma huella del dios omnisciente.

En ese juego del encuentro, el desencuentro y las pérdidas y los recuperos, a la hora del balance final, nos queda la certeza de la condición humana: nacer y morir. El punto final que da significado a los hechos cotidianos, lejos de la angustia que sienten esos personajes de ficción que no mueren nunca, para quienes la vida no tiene sabor.

No lo hacemos todos los días, esto solo sucede cuando se nos cruza la parca, cuando pasa a llevar a un amigo o una compañera de viaje. Cuando elige llevarse a uno de esos míticos, con quien hemos andado un rato largo. A quien estuvo en alguno de esos momentos claves, como fumar un habano artesanal en la orilla de un pequeño lago o el que estuvo cuando nació el mas pequeño de mis hijos. Cualquier testigo de esos que se va de la mano de la parca deja una huella que necesitará de muchos vientos para ser desdibujada. Serán caminos que volveremos a caminar y siempre el amigo estará.

En los días en que anticipamos el balance, o cuando lo presentimos inevitable, también en esos días empezamos a sentir la ausencia y se disparan las señales de alarma por el rumbo que llevará la inercia de nuestras cosas, eso que llamamos proyecto, cuando somos conscientes. O simplemente la vida.

A cada minuto, y con estas certezas, definir en qué ponemos energía y tiempo, se hace crucial. Que poco sirve la perfección del supuesto señor del mail que recibí en mi correo y esa garantía de seguridad, que está visto falla a cada rato. Queda en evidencia que debemos optimizar cada idea, cada acto, cada paso, se trata de llegar lo mas lejos posible, y tener un buen viaje.

3 comments:

  1. Tus palabras tocan cerca del corazon, como esas guitarreadas al lado del fogon. Gracias.

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  2. Hay que estar con los pies en el barro y con el alma en el firmamento. Ambas acciones, a la vez. Hay que darle prioridad a la vida. La vida que está en la naturaleza, en nuestros hijos e hijas. En nuestras nietas y nietos. En quienes aún no son sujetos y sujetas de justicia. La vida que es la política y el periodismo que abrazamos. La vida que es un amigo como vos que me permitió leer un cacho de ternura.

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  3. Ese amigo de mates y buenos platos que tanto extraño, su ácida manera de ver la vida y su dulce forma de disfrutrla...

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